Cuando los empleados de Twitter vieron entrar a Elon Musk en su sede con un lavatorio a cuestas, absolutamente nadie se imaginaba que el mensaje que trataba de trasmitir sería literal: hacer una limpieza profunda de la red social. O hundirla, como se traduciría de la oración original que acompañaba el vídeo publicado por el nuevo CEO del pájaro azul, «let that sink in». Desde el seísmo comenzado por el magnate el veintisiete de octubre, las noticias cerca de la red social no dejan de sucederse: despidos masivos, un muro de pago que generó caídas en bolsa de empresas afianzadas, fuga de empleados e inversores y hasta la rehabilitación de la cuenta del expresidente de E.U. Donald Trump. No extraña que desde el dieciocho del actual mes se amontonen miles y miles de condolencias en Twitter, si bien por una vez no se dirigen a un renombrado por el anuncio falso de su muerte, sino más bien a la propia red social. ¿Va a poder superar Twitter esta debacle?
Las cantidades charlan por sí mismas. Desde el cambio directivo el veintisiete de octubre, el número de anunciantes presentes en Twitter se redujo de tres.900 en mayo a dos mil novecientos. Inversores del calibre de General Motors, que había invertido quince con seis millones de dólares americanos en los primeros 9 meses del año, han suspendido el flujo de efectivo promocional. Otros como General Mills, el fabricante de marcas como Häagen-Dazs, Pfizer o Mondelez, el dueño de las galletas Oreo, asimismo han paralizado sus inversiones promocionales, conforme ha publicado The Wall Street Journal.
Entering Twitter HQ – let that sink in! pic.twitter.com/D68z4K2wq7
— Elon Musk (@elonmusk) veintiseis de octubre de dos mil veintidos
Este primer descenso se ha reflejado en la valoración de la compañía. Conforme las estimaciones de la gaceta financiera Barron’s. Si Elon Musk adquirió Twitter por un total de cuarenta y cuatro millones de dólares americanos el veintisiete de octubre, ahora el valor del pájaro azul se habría reducido hasta los diecisiete.600 millones de dólares americanos. Las ondas expansivas del seísmo ocasionado por Musk han alcanzado aun a Tesla, que ha perdido ciento treinta y tres mil millones de euros desde su irrupción en Twitter.
Para frenar la caída en picado de los anuncios, Musk anunció la errada versión ‘premium’ de la red social, Twitter Blue, en la que los anunciantes tendrían un muro de pago y las cuentas verificadas debían abonar ocho dólares estadounidenses al mes por la verificación. En un día, compañías como la farmacéutica Eli Lilly o Tesla vieron caer sus acciones en bolsa por mensajes escritos por usuarios que habían creado cuentas falsas de las compañías. De entrada, Musk relanzará esta subscripción de pago el veintinueve de noviembre con nuevas limitaciones, si bien aún no están claras las condiciones para percibir el ‘tick’ azul.
Empleados a la fuga
La estabilidad de Twitter no depende solo de la financiación que recibe, asimismo de los ingenieros que sostengan el sistema. Si bien en un primer instante había descartado despidos masivos, el autodenominado ‘Chief Twit’ anunció por correo un recorte de tres.500 empleados de los siete mil quinientos que formaban la plantilla. Mas la hecatombe no llegó hasta el dieciseis de noviembre. Musk dio un ultimátum a sus trabajadores: o se comprometían a «trabajar muchas horas a alta intensidad» o se iban de la compañía.
Y la mayoría ha optado por la segunda, entre ellos un número esencial de programadores e ingenieros de vital relevancia para la estabilidad del sistema. Ciertos medios especializados estadounidenses estiman que la plantilla actual sostiene solo unas mil personas o aun menos. El resto se ha despedido en Twitter de sus compañeros a través de los hashtag #LoveWhereYouWorked y #RIPTwitter.
What I’m hearing from Twitter employees; It looks like roughly setenta y cinco por ciento of the remaining tres,700ish Twitter employees have not opted to stay after the “hardcore” e-mail.
Even though the deadline has passed, everyone still has access to their systems.
— Kylie Robison (@kyliebytes) diecisiete de noviembre de dos mil veintidos
La sangría de empleados ha levantado sospechas sobre la posible estabilidad de la compañía. En palabras de uno de sus jefes ingenieros de software, Peter Clowes, solo quedan tres ingenieros de los setenta y cinco que formaban su equipo. «Si un cable de red se desconecta, o si un disco duro se llena o si existe algún pequeño fallo en el interruptor de nutrición en algún sitio, no hay suficientes personas para hacer en frente de estas situaciones», ha aceptado en su cuenta personal de Twitter.
Ausencia de regulación de contenido
Alén del propio funcionamiento de la plataforma, existen preocupaciones sobre la seguridad y la libertad de expresión de Twitter. «La nueva política de Twitter es la libertad de expresión, mas no la libertad de alcance», escribió Elon Musk en su cuenta. Asimismo ha afirmado que los mensajes negativos o de odio «se reducirán al límite y se desmonetizarán». «No hallará el tuit salvo que lo busque particularmente, lo que no es muy, muy diferente del resto de Internet», ha asegurado. Horas después, ha restaurado la polémica cuenta de Donald Trump, suspendida desde el ocho enero de dos mil veintiuno por el ataque al Capitolio, tras efectuar una encuesta en favor del expresidente.
Los usuarios han tomado al pie de la letra la «liberación» del pájaro azul y los comentarios racistas, antisemitas, sexistas y xenófobos campan a sus anchas por la red social desde la llegada de Musk, otra de las consecuencias de la carencia de personal que regule el contenido. De ahí que muchos de ellos estén buscando opciones alternativas más seguras. Una de ellas, la red social de código abierto Mastodon, ha sumado uno con cuatro millones de usuarios desde el veintisiete de octubre. Otras plataformas en declive desde hace unos años, como Tumblr., ha revivido merced a la escapada masiva de Twitter. Solo el tiempo afirmará si la red social del pájaro azul logrará remontar su caída.