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viernes, 22 septiembre, 2023

La historia detrás de los equipos de protección individual

La pandemia de la COVID-19 ha puesto de manifiesto la importancia de los equipos de protección individual (EPI). Antes de la aparición del coronavirus SARS-CoV-2 a finales de 2019, la mayoría de población desconocía lo que era un EPI. El Real Decreto 773/1997, de 30 de mayo, sobre disposiciones mínimas de seguridad y salud relativas a la utilización por los trabajadores de equipos de protección individual, define el EPI como “cualquier equipo destinado a ser llevado o sujetado por el trabajador para que le proteja de uno o varios riesgos que puedan amenazar su seguridad o su salud, así como cualquier complemento o accesorio destinado a tal fin». Esta ropa de trabajo está específicamente destinada a proteger la salud o la integridad física del trabajado, siendo un elemento de vital importancia en el ámbito laboral y especialmente en el sanitario.

Cuando pensamos en los equipos de protección individual rápidamente nos vienen a la cabeza guantes, gafas de protección, cascos, orejeras de seguridad y mascarillas. Sin embargo, el EPI tal como lo conocemos hoy en día es un invento relativamente moderno. Desde las máscaras siniestras en forma de pico de la peste a mediados del siglo XVII hasta las mascarillas FPP2 de la actualidad, estos equipos han evolucionado significativamente con el paso del tiempo y han demostrado ser fundamentales para salud y la seguridad en diferentes ámbitos laborales. A continuación, echamos un vistazo a la historia detrás de algunos de los equipos de protección individual más comunes.

Protección de la cabeza

Los cascos se remontan a los tiempos de los soldados en la antigüedad, cuando usaban cascos de protección para luchar en la batalla, siendo uno de los ejemplos de EPI más antiguos que se han utilizado. Sin embargo, los primeros cascos de seguridad nacieron de la mano de los mineros que trabajaban en las minas de oro, quienes fabricaron sombreros de fieltro en forma de bombín y rellenos de algodón para proteger sus cabezas ante posibles derrumbes en las minas.

Protección ocular

El verdadero avance en materia de protección ocular se produjo en 1880, cuando el inventor afroamericano Powell Johnson patentó unas gafas especiales para proteger la vista de los trabajadores de las amenazas externas. Había una necesidad real de que los soldadores, trabajadores de la construcción y profesionales similares pudieran proteger sus ojos. El aumento de la demanda de mayor protección ocular en el siglo XX llevó a diseños más innovadores en comparación con los diseños primitivos.

Protección respiratoria

Los primeros dispositivos de protección respiratoria consistían en un simple paño anudado al cuello que tapaba la nariz y la boca de los mineros y los marineros, evitando que las pequeñas partículas de polvo y los agentes infecciosos entraran en sus vías respiratorias. Con el paso del tiempo empezaron a surgir dispositivos que se parecían a lo que hoy en día conocemos como mascarillas. Hablamos de las máscaras picudas que usaban los médicos como mecanismo de protección contra la peste en la Europa del siglo XVII

Guantes de trabajo

Los guantes de trabajo existen desde hace miles de años. De hecho, el poeta griego Homero describe en ‘La Odisea’, uno de los poemas épicos más importantes de Occidente, a Laertes usando unos guantes para protegerse las manos de las espinas mientras trabajaba en el jardín. Los guantes de trabajo han evolucionado a lo largo de los siglos. Hoy en día, los trabajadores pueden encontrar varios tipos de guantes que se utilizan en diferentes lugares de trabajo.

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