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Un reportaje lanza luz sobre el último de los misterios del hundimiento más insigne
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La investigación lanza historias de racismo y vergüenza, vidas para las que aquella noche fue solo una piedra más
El único bote salvavidas que retornó al ‘Titanic’ percibió entre los cadáveres que salpicaban las aguas heladoras a un joven subido a una puerta. El veinteañero cantonés Fang Lang murió 7 décadas después sin intuir que inspiraría una de las escenas más recordables de la oscarizada ‘Titanic’.
Aquel hundimiento ha justo una atención entomológica en los últimos ciento nueve años. Su cubertería, el cancionero de la orquesta, las biografías de los setecientos supervivientes… El reportaje ‘The six’, que emite ‘Documentos TV’, de RTVE, con el título ‘El último secreto del Titanic’, alumbra su único ángulo muerto: los 6 chinos que subsistieron para desaparecer tal y como si se los hubiese tragado el océano. La investigación lanza historias de racismo y vergüenza, vidas para las que aquella noche fue solo una piedra más.
Una nota en chino mandarín
Una nota registral manuscrita ya macilenta con 8 nombres en caracteres romanizados, seguramente una torpe traducción sonora del chino mandarín, empieza la busca. Eran marineros escapados de la decadencia de su país que se habían empleado en navíos ingleses y que, tras la huelga de lignito, fueron mandados por su compañía al Caribe. Viajaban en las humildes cabinas de la parte más baja del navío. ¿Por qué razón solo murieron 2 de los 8 cuando la supervivencia en la tercera clase no llegó al veinte por ciento ? Arthur Jones, directivo del reportaje, lanza múltiples hipótesis. “Sus camarotes estaban muy cerca de la proa y sintieron el golpe si bien estuviesen dormidos. Eran marineros y comprendieron ya antes que el resto la gravedad de la situación. Seguramente no charlaban inglés y no comprendieron las órdenes de quedarse en los camarotes. Con lo que hicieron lo que el resto no hizo: subir a toda prisa por las escaleras las 6 plantas hasta la zona de los botes salvavidas”.
4 compartieron bote con Joseph Bruce Ismay, presidente de la compañía White Star Line, apedreado por la prensa por desamparar el navío cuando quedaban mujeres y pequeños. Contra los chinos se agregó el estigma del emigrante al del superviviente para terminar que ocuparon espacios extraños en el bote. La prensa los zarandeó. Los acusó de polizones, de disfrazarse de mujer y de esconderse bajo los asientos del bote. Un diario destacó el heroísmo anglosajón en frente de la cobardía de aquellas “criaturas que brincaron a los botes al primer signo de peligro”. La investigación ha desmontado todas y cada una de las falacias, apunta Jones. “Muchas llegaron de gente que no pudo ver lo ocurrido por la lejanía y tenían una motivación racista anglosajona. Por poner un ejemplo, si un blanco había cometido algún acto deshonroso, se le señalaba como italiano”, mantiene.
Mujeres y pequeños fallecidos
Una reconstrucción de aquel bote en el reportaje desmiente que 6 personas cupiesen bajo los asientos. Aquel razonamiento de que mujeres y pequeños blancos merecían más la vida que los chinos es moralmente discutible y de forma decidida fútil: los botes salvavidas partieron del ‘Titanic’ medio vacíos y la mayor parte de mujeres y pequeños murieron por el hecho de que jamás alcanzaron la cubierta.
Los 6 llegaron a la Isla de Ellis a bordo del navío ‘Carpathia’ al lado del resto de setecientos supervivientes. No pasaron las barreras migratorias ni recibieron cuidados médico. Continuaron detenidos a lo largo de la noche y expulsados al amanecer pues estaba actual el Acta de Exclusión de Chinos, la única ley estadounidense que ha señalado a una etnia. La ley respondía al sentimiento de la temporada. La crisis económica y el desempleo transformaron en prescindibles a aquellos sacrificados chinos que habían levantado los líneas de tren y otras infraestructuras. La ley fue aprobada en mil ochocientos ochenta y dos con una vigencia planeada de una década mas se prorrogó hasta el momento en que USA precisó en mil novecientos cuarenta y tres a China como aliada en la Segunda Guerra Mundial.
Llegaron los 6 a Cuba y pronto partieron cara el R. Unido por el hecho de que muchos de los marineros ingleses se habían alistado en la guerra. Gozaron de trabajo y formaron familias con locales. 6 años después, en plena recesión y con el racismo al alza, fueron expulsados y obligados a dejar a esposas y también hijos atrás. Ni USA ni el R. Unido se han disculpado todavía por sus políticas discriminatorias.
Fueron donde pudieron. Hong Kong, Canadá, India, Estados Unidos… 6 años de busca de sus descendientes han dado solo para retales biográficos. Muchos ni tan siquiera supieron que sus progenitores habían pisado el ‘Titanic’. Fang Lang retornó muchos años después a USA, logró la ciudadanía y jamás descubrió a su familia que un día fue marinero.
Resguardarse de la expulsión de Estados Unidos
“La comunidad china tuvo que mudar sus nombres para resguardarse de la expulsión. Desvelar de qué manera llegaron a América podía traerles inconvenientes y sostener sus secretos fue su única forma de resguardarse. Cada comunidad tiene sus orificios generacionales”, apunta Jones. En los últimos tiempos, corrobora, sus descendientes reescriben la historia de los que a lo largo de décadas se sintieron abochornados. “Rompieron las leyes, mas eran leyes injustas y lo hicieron para subsistir. Desean acabar con los secretos y reivindicar su orgullo”, agrega. “Gratitud”, responde una hija cuando se le pregunta qué siente por su padre. La película pretende devolver la dignidad a aquellos chinos que fueron vilipendiados por vivir y para los que la desgracia naval más insigne solo fue un adiestramiento para lo que llegaría después.
Del reportaje se ha hablado mucho en China. Ha recibido críticas entusiastas (un ocho con cuatro sobre diez en el portal especializado Douban) y se le agradece que sacara a sus héroes del olvido. Asimismo ha enfatizado los dolorosos paralelismos con la actualidad por el hecho de que bastan unos minutos de película a fin de que bailen en tu cabeza las agresiones a chinos en el mundo entero, la impune sinofobia en las redes sociales, el irresponsable papel de la prensa… el racismo más crudo. Da lo mismo un hundimiento naval que una pandemia, el siglo precedente que el presente, en los chinos prosigue encontrando el planeta el ‘puching ball’ donde desahogar su ira.