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La reputada oceanógrafa da nombre al navío que ha buscado a las pequeñas de Tenerife y a su padre
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Trabajó en E.U. bajo la tutela de otra vanguardista de la ciencia marina, Mary Sears
María de los Ángeles Alvariño González, que da nombre al navío que trabajó en la busca de la pequeña Anna y a su padre Tomás Gimeno, nació un tres de octubre de mil novecientos dieciseis en Serantes, un pequeño núcleo del ayuntamiento de Ferrol (A Coruña, Galicia).
Con solo tres años de edad leía y estudiaba música. Le encantaban los libros de historia natural y en mil novecientos treinta y tres acabó el Bachillerato Universitario en Ciencias y Letras, explica ‘Oceánicas’, un proyecto de divulgación del trabajo de científicas dedicadas al estudio de los océanos, tanto actuales como del pasado
María de los Ángeles Alvariño González se fue a la villa de Madrid para estudiar Ciencias Naturales en mil novecientos treinta y cuatro mas, a raíz de la Guerra Civil, se cerraron las salas y volvió a Galicia. Aprovechó este tiempo para aprender francés y también inglés, lo que le resultaría esencial para su futura carrera en el extranjero. Ángeles pudo seguir sus estudios tras la guerra y se licenció en mil novecientos cuarenta y uno.
Tras ciertos años como maestra de instituto se fue a la capital española al lado de su marido, que era militar y había sido destinado en el Instituto De España de Oceanografía (IEO), donde se incorporó como becaria a los treinta y cuatro años. Un par de años después logró una plaza de bióloga en el Centro Oceanográfico de Vigo del IEO y comenzó a estudiar el zooplancton.
En mil novecientos cincuenta y tres recibió una beca para proseguir estudiando estos pequeños organismos en R. Unido, donde se transformó en la primera mujer científica en trabajar a bordo de un navío británico de investigación. 3 años después recibió otra ayuda, esta vez para seguir sus investigaciones en EE UU bajo la tutela de otra vanguardista de la que hemos hablado: Mary Sears. Ella fue quien, impresionada con su obra, la aconsejó para ocupar un puesto en el Instituto Scripps de Oceanografía, en California, donde continuó hasta mil novecientos setenta examinando miles y miles de muestras de plancton de todo el planeta.
Prosiguió su carrera en otra reputada corporación americana, la NOAA, donde estudiaría las larvas de peces en el plancton. Tras su jubilación, en mil novecientos ochenta y siete, prosiguió trabajando como científica retirada y escribiendo y dando a conocer la historia de las ciencias marinas en España.
Merced a su minucioso trabajo, Ángeles describió veintidos nuevas especies planctónicas para la ciencia. En dos mil cinco murió y desde dos mil doce uno de los navíos oceanográficos más avanzados de la flota de España lleva su nombre, exactamente el que ha buscado a las pequeñas de Tenerife y a su padre en las profundidades del océano.