El suicidio la semana pasada en Oviedo de dos gemelas de doce años velozmente recordó al que tuvo lugar, justo hace 3 meses, en Sallent (Barna), cuando otras dos mellizas de exactamente la misma edad se procuraron eliminar la vida (una murió, la otra subsistió). En el caso de Sallent, el ‘bullying’ fue la causa de este acontencimiento que vuelve a poner encima de la mesa el malestar sensible que están padeciendo pequeños y adolescentes, y las pocas salidas que se les dan para abordarlo de otra forma. En Oviedo, la policía está estudiando cuáles fueron las causas del suicidio, que por el momento se ignoran. Hay muchos paralelismos en los dos hechos (el vínculo entre ellas, la edad, el sexo, la forma de cometer el acto e inclusive el hecho de que eran personas migradas: las gemelas de Sallent eran argentinas y las de Oviedo, rusas), como preguntas que rodean a los dos casos. Uno de estos paralelismos es el hecho de que en los dos casos las personas que se quitaron (o procuraron) eliminar la vida eran no solo hermanas, sino más bien gemelas.
La literatura científica habla poquísimo de lo que se llama como muerte diádica (término hace referencia a la díada: una pareja de dos seres o principios de manera estrecha vinculados entre sí), asimismo conocido como doble suicidio, en estos casos entre hermanas. La mayor parte de sicólogos y siquiatras ignoran este término. Uno de los pocos que han ahondado en ello es el médico forense y directivo del Institut de Medicina Legal i Ciències Forenses de Catalunya (que pertenece al departamento de Justícia, Drets i Memòria), Eneko Barbería, quien publicó en dos mil once un artículo sobre este fenómeno titulado ‘Muerte diádica: suicidio doble de gemelos’, donde recogía el caso de dos gemelos de treinta y nueve años que se suicidaron.
«La muerte diádica es la muerte de dos personas muy de manera estrecha vinculadas entre sí. Incluye los acuerdos suicidas y los casos de homicidio-suicidio», explica Barbería a EL PERIÓDICO. Menos del cero con cuatro por ciento de los suicidios son acuerdos suicidas. Y siempre y en todo momento se han estudiado en adultos. Por eso los casos de Oviedo y de Sallent «rompen los esquemas». «Nos rompe los esquemas la edad, el sexo [los hombres cometen muchos más suicidios, así como asesinatos, que las mujeres]», cuenta. Además de esto, los acuerdos suicidas acostumbran a estar «muy planeados», acostumbra a haber «instrucciones muy precisas de lo que se ha de hacer y las personas que los planean acostumbran a llevar métodos menos beligerantes. Tanto las gemelas de Oviedo como las de Sallent murieron por precipitación, lo que alienta a meditar asimismo en determinada «improvisación».
Teléfonos de ayuda
El suicidio es una muerte prevenible que no responde a una sola causa. Si tiene ideaciones suicidas o conoce a alguien que las tenga, puede solicitar ayuda en la línea de atención a la conducta suicida del Ministerio de Sanidad es el veinticuatro. Además de esto, el Teléfono de la Esperanza (setecientos diecisiete tres setecientos diecisiete) asimismo ofrece ayuda en frente de los pensamientos suicidas, igual que el Municipio de Barna (novecientos novecientos veinticinco quinientos cincuenta y cinco). Todos son números gratis y a los que puede llamar cualquier persona, viva donde viva.
En lo que todos y cada uno de los sicólogos coinciden es que tras acontencimientos como estos acostumbra a haber violencias, así sean en el hogar o fuera. En el caso de Sallent hubo capítulos de ‘bullying’ escolar. «Cuando hay un acuerdo suicida, siempre y en todo momento hay una figura más inductora que la otra, más proactiva. En el caso de los adultos es así», apunta este médico forense. Esto coincidiría con las últimas informaciones en torno al suicidio de Oviedo, en donde la policía estudia si una de las gemelas alentó a la otra a cometer el acto tras localizar una serie de dibujos en el cuarto.
Conforme Barbería, no hay una sicología común a los gemelos, aunque sí hay entre ellos una «relación angosta y singular». En el caso que estudió y publicó en el artículo de dos mil once, se trataba de dos gemelos de treinta y nueve años que trabajaban en exactamente la misma empresa. Uno de ellos era más dominante que el otro. Y en este dominante había una sintomatología que apuntaba a un síndrome depresivo.
Acá es donde puede entrar en juego la llamada ‘folie a deux’ (o insensatez compartida, en castellano), un término siquiátrico tradicional en el que una persona se contagia del malestar de otra. No es exactamente lo mismo que una muerte diádica. «La ‘folie a deux’ ocurre en personas que viven muy de manera estrecha, en hermanos o parejas. Uno de ellos desarrolla una psicosis o trastorno surrealista que termina arrastrando a la otra persona», cuenta el directivo del Institut de Medicina Legal de Catalunya. Mas, aunque la ‘folie a deux’ está más estudiada a nivel siquiátrico, la literatura científica en torno al doble suicidio de gemelos, es «muy, muy escasa».
El efecto ‘Werther’
Charlar de suicidio es preciso y evita muertes, mas los siquiatras señalan que hay que charlar bien de este fenómeno, por servirnos de un ejemplo, sin entrar en más detalles de lo sucedido. La conducta suicida tiene un «peligro esencial de imitación» y singularmente por la parte de «adolescentes» con peculiaridades «afines o idénticas», apunta el sicólogo clínico Joaquim Puntí, miembro de la Societat Catalana de Psiquiatria Infanto Juvenil, que es parte de la Acadèmia de les Ciències Mèdiques de Catalunya. «En siquiatría clínica vemos que este efecto contagio es mayor a los 3 o 6 meses después. Hay un efecto de identificación e imitación», advierte Puntí, quien piensa que los medios no notificaron apropiadamente de lo ocurrido en Sallent.
Este sicólogo clínico, que lleva años viendo de qué forma aumentan los adolescentes con trastornos de salud mental y/o con malestar sensible, alarma, además de esto, de que la generación de adolescentes de hoy en día tiene incorporado el malestar sensible y la conducta suicida como una parte de su «identidad social». «Las redes sociales son un foco de inconvenientes, ahí se comparten muchas emociones suicidas, hay una cierta romantización de la conducta suicida. Debemos proponernos qué hacemos con las redes», afirma Puntí. Cree, además de esto, que hay una cierta mitificación de que la meta en la vida es «ser feliz», cuando lo que se ha de hacer es educar «estrategias de tolerancia al malestar».