Los meniscos son unos fibrocartílagos en forma de C que hacen las veces de una almohadilla entre la tibia y el fémur. El desgarre de un menisco puede producir inflamación, endurecimiento y dolor. Además, puede inhabilitar el movimiento normal de la rodilla.
Este tipo de lesión es bastante frecuente. De hecho, cualquier simple movimiento como una rotación de rodilla en el que se imprima mucha fuerza puede resultar en ello.
Causas y síntomas de rotura de menisco
Causas
Como se mencionó anteriormente, la rotura o desgarro de un menisco es bastante común y se puede deber a tres causas diferentes:
- La primera, al recibir un golpe directamente en la zona o en alguna parte de la pierna que pueda llegar a afectar la rodilla, llamada traumática.
- Por desgaste debido al paso de los años. Es decir, degenerativa.
- Y por último, al adoptar malas posiciones corporales. En este caso hablamos de una causa mecánica.
En la mayoría de los casos, las roturas de meniscos son padecidas por quienes realizan deportes de alto impacto o que requieren de un movimiento de rodilla continuado, como es el caso del fútbol o atletismo. Por lo general, este desgarro se da al girar la rodilla de manera brusca y con fuerza o al realizar un exagerado número de flexiones.
Las roturas de menisco pueden diferir dependiendo de si son o no completas, así como del lugar donde se haya hecho la fisura. Estas pueden ser parcial, longitudinal, compleja, asa de cubo o pico de loro. Esto puede determinarse a través de pruebas de imagen.
Síntomas
La sintomatología de un paciente con este tipo de lesión suele ser variada. Incluso dos pacientes con el mismo tipo de desgarre pueden presentar síntomas diferentes. No obstante, los síntomas más comunes son:
- Dolor alrededor de la rodilla en el momento del desgarro, junto con una especie de crujido.
- Inamovilidad de la rodilla.
- Hinchazón en el área de la rodilla.
- Dolor al mover la rodilla, ya sea al estirar o flexionar la misma. A veces es difícil determinar la procedencia exacta del dolor. Esto dependerá del menisco roto.
- Inestabilidad de la rodilla, lo que puede producir caídas.
- Punzadas.
¿Cómo sé diagnóstica la rotura de menisco?
Para determinar si existe una rotura de menisco, lo ideal es acudir a una consulta con el traumatólogo y someterse a un examen físico. El médico seguramente moverá la articulación y te pedirá que coloques la rodilla en diferentes posiciones. Además, evaluará la intensidad del dolor haciendo presión en el área del menisco. Existen tres pruebas que pueden ayudar a determinar esta lesión, las cuales describen a continuación.
Exploración del Menisco
Para esta exploración suele aplicarse la Prueba de McMurray y busca poner tensión en el menisco, flexionando y girando la rodilla al mismo tiempo. Si la rotura es muy grande puede generar incluso el sonido parecido a un chasquido. Por otra parte, la exploración también puede ejecutarse mediante otras maniobras similares.
Pruebas de imagen
La prueba ideal de imagen es la Resonancia Magnética (RMN), aunque no es 100% efectiva debido a la posición (acostado) que debe tener el paciente al momento del estudio, en la cual no hay ningún tipo de presión sobre la rodilla. Sin contar que el número de cortes en la rodilla (aproximadamente 20) reduce la visualización de un desgarre.
Artroscopia
Cuando algún otro estudio ha dado negativo, pero el dolor persiste, los traumatólogos optan por usar un artroscopio. Esta herramienta permite examinar e incluso tratar los meniscos de forma directa.
Tratamiento para la rotura de menisco
Dependiendo del tipo de rotura de menisco, el médico aconseja un tratamiento conservador o una cirugía. No obstante, en ambos casos el paciente requerirá de fisioterapia para superar la lesión.
Para el tratamiento conservador se deben seguir estas indicaciones:
- Mantener reposo.
- Colocar compresas frías o hielo para aliviar el dolor y reducir la inflamación.
- Inmovilizar la rodilla con un vendaje.
- Mantener la pierna elevada para que drene con facilidad el líquido sinovial.
Este tratamiento no repara la fisura. Simplemente, aliviará el malestar y en muchos casos el paciente podrá retomar su rutina sin ningún inconveniente.
En cuanto a la fisioterapia, debe realizarse después del tratamiento indicado por el médico.
La misma es necesaria para poder acostumbrar de nuevo a la articulación al movimiento normal y para recuperar la estabilidad de la rodilla.
La fisioterapia consta de los siguientes pasos:
- Una terapia manual cuya finalidad es disminuir la intensidad del dolor hasta que desaparezca.
- Drenaje del líquido que causa la inflamación.
- Aplicación de procedimientos para recuperar la movilidad.
- Ejercicios para incrementar la fuerza en el músculo.
- Ejercicios rehabilitación para mantener el equilibrio y acostumbrar de nuevo a la rodilla a su movimiento normal.