A 7 de cada diez españoles les agradaría que su banco se volviese más sustentable, al paso que la mitad de la población estaría presta a mudar de entidad en pos de un mayor compromiso con el medioambiente, la sociedad y la gobernanza empresarial, como apunta una encuesta efectuada por la plataforma de servicios financieros Mambu. Añadir estos valores se ha transformado en algo vital para los bancos al traer clientes del servicio e inversores, poco a poco más exigentes. No extraña que, en este contexto, existan ciertos bancos que traten de conseguir competitividad vistiendo productos y prácticas poco respetuosas con el medioambiente o la sociedad tal y como si verdaderamente lo fuesen. Algo que es cada vez más peligroso.
El banco de Hong Kong HSBC es un caso. Se vio obligado por las autoridades supervisoras a retirar una campaña de publicidad en que se resaltaba que había compromisos con «cero emisiones», mas que no mentaba esenciales inversiones en proyectos relacionados con comburentes fósiles y con la deforestación. En verdad, los sesenta mayores bancos mundiales han concedido financiación al ámbito de los comburentes fósiles de cuatro mil seiscientos millones de dólares americanos, conforme el informe Banking on climate chaos.
Por otra parte, en mayo de dos mil veintidos, jueces alemanes ordenaron el registro de múltiples oficinas del gigante bancario alemán Deutsche Bank, como de su empresa de administración de activos, DWS, en Fráncfort. Las investigaciones versaban sobre un supuesto fraude a los usuarios, a quienes se les ofrecía aparentemente productos como verdes y sustentables, cuando no lo eran.
Esta mala práctica se llama greenwashing y se ha tratado de eludir en numerosas ocasiones por la parte de organizaciones internacionales. Pese a que la ciencia urge a limitar el calentamiento global, no se limita muchas veces la financiación a proyectos de petróleo o de gas.
Esenciales penalizaciones
Esto ocurre en cualquier género de empresa. En verdad, un conjunto de diecisiete especialistas designados por el secretario general de la ONU presentó el año pasado en la COP27 una investigación en el que traza una serie de líneas rojas para eludir el lavado verde de entidades no estatales. Una de ellas es no declararse «cero neto» mientras que se prosiga edificando o invirtiendo en comburentes fósiles. «Si entonces se descubre que la entidad no es sustentable, entonces hay una penalización, que es mucho mayor que el beneficio que ha podido tener. El peligro es un daño reputacional fundamental», apunta Elisa Aracil, maestra de Economía de la Universidad Pontificia Comillas- ICADE e estudiosa en el Instituto de Investigación Tecnológica de exactamente la misma universidad. Otras actividades que no serían admisibles en este sentido podrían ser la deforestación, la inversión en armas o la comercialización de créditos que carecen de integridad. Todos estos factores se registran en la información no financiera de las compañías, algo que se calcula que ganará peso en el futuro próximo.
«Hay una creciente relevancia de la sostenibilidad no solo para los clientes del servicio y los inversores, asimismo para nuestros empleados y las comunidades en las que operamos», apunta Marta Aisa, directiva de Banca Responsable de Santander España. La especialista explica que el banco sostiene un diálogo activo con clientes del servicio, empleados, accionistas y la sociedad para saber qué temas preocupan. «La sostenibilidad no solo suma sino, no ser sustentable, lejos de ser neutro, resta», agrega.
¿Mas los usuarios de qué forma pueden reconocer qué productos financieros son sustentables? «El cliente del servicio, salvo en los fondos de inversión que son más trasparentes, tiene simple saber si invierte en algo verde o no», destaca Ricardo Zion, maestro de finanzas de EAE Business School. Si bien agrega que más del cincuenta por ciento de las inversiones en fondos en Europa ya cumplen con el criterio de sostenibilidad.
Los inversores van a deber preguntarse, primeramente, qué supone para ellos la sostenibilidad y a «cuánta rentabilidad se está presto a abandonar en todos y cada inversión», señala Aracil. Asegurarse con los reportes de cada empresa si da financiación a organizaciones contaminantes sería un segundo paso, explica Severiano Solana, directivo de estrategia y seguimiento de sostenibilidad en CaixaBank. Hay entidades que miden aun la huella de carbono de los empleados, aparte de la de los productos de inversión. En la web de cada banco, además de esto, se puede estimar también todos aquellos productos que disponen de una etiqueta verde.
Capacidad de trasmitir
En el caso del Santander, se pueden identificar estos productos en el sitio web de la entidad, donde aparecen bajo un apartado de sostenibilidad. La directiva de Banca Responsable del banco apunta que una parte de esta oferta de valor no es solo financiera sino incluye servicios de divulgación, información y asesoramiento en la toma de resoluciones de financiación. «Las financieras estamos sometidas a un lógico escrutinio sobre nuestro desempeño en sostenibilidad», apunta Aisa.
En CaixaBank, se tienen presente las emisiones de carbono, la relevancia de la movilidad sustentable en los fondos e inversiones y los bonos que cooperan en materia de sostenibilidad, aparte de programas de voluntariado, inconvenientes de aislamiento financiero y otros temas de tratamiento de la España rural y vaciada. En esta línea, Solana mantiene que el camino de la sostenibilidad «lleva mucho trabajo detrás y hay que tomárselo muy de verdad si se quieren comprobar todos y cada uno de los procesos y todas y cada una de las resoluciones que toma un banco en su día a día». En suma, los especialistas estiman que la calificación más esencial es ser capaz de contar lo que das a la sociedad y que además de esto llegue a las personas a fin de que, con toda la información en la mano, sean capaces de opinar.